10 jun 2015

El Alfarcito: un lugar con historia III

Después de lo que conté en los dos capítulos anteriores, lo que empiezo a escribir ya es fruto de mi curiosidad.
La historia del Padre Chifri (Sigfrido Moroder) me terminó interesando, después de encontrar tanto material, más por cómo logró sus objetivos, que por el resultado: la gran obra que hizo. Generalmente vemos grandes misioneros (religiosos o laicos) que se ponen una meta, pero no sabemos cómo las alcanzan y cuál es su mecánica. Acá se encuentran caminos simples, transitados con humildad pero con una gran inteligencia organizativa y mucha creatividad y respeto con la cultura del lugar.
Llegó a Salta, desde su Buenos Aires natal, en el año 1999, destinado a la Parroquia Santa Rita de Rosario de Lerma donde se ofreció como misionero siguiendo su vocación social. 
Dirigió sus esfuerzos a la zona más postergada, a la Quebrada del Toro, allí conoció la dureza de la vida en los cerros, caracterizada por la soledad, la quietud, localidades aisladas unas de otras, vecinos dispersos a más de 6 horas a pie unos de otros. Una vez instalado en su función, el padre se dedicó a recorrer distancias, dándose a conocer entre los vecinos. Esos fueron sus primeros pasos para unir la comunidad que comenzaba a recibirlo. Conectó, a través de una emisora de radio, a las 18 escuelas de los pueblos, que hasta ese momento se encontraban incomunicadas: a 3.700 metros de altura sobre el nivel del mar, sin señal de celular y a horas de caminata entre las casas. Convirtió un viejo ómnibus en El colectivo de los sueños, que equipó con material didáctico y deportivo, con juguetes, instrumentos musicales y hasta un televisor y un castillo inflable. Con ese colectivo recorría las escuelas de la región llevando alegría por la Quebrada.
Chifri trataba de paliar en la medida de sus posibilidades, las necesidades de los pobladores, “sólo a partir del vínculo se puede hacer algo realmente útil”, esa frase que pronunciaba definía su modo de obrar, en el lugar y yendo a buscar a la gente, y  no desde una oficina.
Eso lo involucró directamente en el principal problema de la zona, la migración provocada por las escasas perspectivas de mejorar las condiciones de vida. Su misión fue lograr que encuentren en su tierra y en su cultura los medios para desarrollarla.
Lo que hizo el padre fue llevar una economía rural desorganizada, a otra rural y organizada. El cooperativismo fue su herramienta, además del innegable carisma.
Esa organización del trabajo comunitario, lo llevó a desarrollar la Fundación Alfarcito, nombre elegido en referencia a los fardos de alfalfa, uno de los cultivos de gran importancia en la zona, y que Chifri enarboló como símbolo de la fuerza que otorga la unión, la cooperación y el trabajo en equipo. Como reza un cartel en el centro que construyó: “uno solo es quebrantable; unidos no lo son”.
Los grandes logros de ese desarrollo comunitario que impulsó Chifri, son los de unir a las 25 comunidades y las 18 escuelas de la Quebrada del Toro, conectarlas para buscar fines comunes.
Cuántas veces hemos dicho: inteligencia es qué se hace con los elementos con los que se cuenta?. El Padre Chifri les creó industrias de lo que ellos sabían hacer. No los limosneó, les enseñó a desarrollarse.
El padre, con gran visión, impulsó proyectos de desarrollo como el Centro de Artesanos Alfarcito, a 2500 metros sobre el nivel del mar, donde aún hoy se reúnen los artesanos de la región para vender sus trabajos al público sin intermediarios, los proyectos con capacitaciones para que los jóvenes y adultos puedan recuperar  tradiciones manuales, agrícolas y ganaderas propias de su cultura, los invernaderos de altura que colaboran aún hoy al sustentó de las escuelas primarias, a las que también asistió con alimentos, vestimenta y útiles, un sistema de becas, para que los chicos de los cerros puedan continuar el  secundario, y, la gestión, construcción y puesta en funcionamiento del primer colegio secundario albergue del noroeste argentino.
 Cuenta Alfredo Leuco que "utilizaba sus impresionantes condiciones y experiencias como deportista para moverse entre los cerros en parapente y ganar tiempo en sus visitas a los distintos pueblitos. Los habitantes de esos cerros salteños, necesitados de todo, se acostumbraron a ver llegar al cura desde el cielo, aterrizar con su parapente y persignarse en un mismo acto".
En  el 2004, en plena tarea, tuvo un accidente que amenazó con interrumpir su labor. Aventurero por naturaleza, se encontraba recorriendo los cerros de la Quebrada del Toro, en  un parapente, el viento le jugó una mala pasada, y cayó. Su relato del accidente es otra muestra de la sencillez con que vivía "pensé en integrar mi actividad pastoral con lo deportivo y tenía más de 200 vuelos cuando me embolsó un remolino y caí 40 metros en picada" dijo.
Finalmente como resultado de aquel accidente quedó en silla de ruedas y desde la cama de la internación ya pedía volver a los cerros.
El diagnóstico médico era que Chifri no volvería a caminar, por lo que no era conveniente que regrese a la quebrada. Pero el sacerdote volvió e instaló un pequeño gimnasio en la parroquia, donde con mucho esfuerzo y dedicación, logró recuperarse parcialmente de la parálisis de sus piernas, y andar con la ayuda de un bastón.

Un grupo de amigo le regaló un cuatriciclo al que bautizó “el burro rojo”. Gracias a éste  pudo volver a recorrer las grandes distancias de la Quebrada del Toro. La voluntad del sacerdote, le daba un nuevo logro personal.
En el 2010,  inauguró el primer Colegio Secundario Albergue “en el cerro y para el cerro”, como él lo definía. Esta iniciativa permite que los jóvenes completen sus estudios en su tierra y cerca de su familia. Cuenta con orientaciones que los preparan para desarrollarse profesionalmente en materia agropecuaria, artesanal, turística, construcción regional y tecnología solar. En el 2010, recibió el premio y la bandera de Argentina Solidaria de ese año, por su labor, por la creación de la Fundación Alfarcito y el desarrollo comunitario de comunidades aborígenes en Quebrada del Toro.


          "El Alfarcito es el reflejo de lo más lindo del ser humano", dijo un camionero que se terminó radicando en el lugar.
Iba a terminar acá pero sigo encontrando material increíble. NO LO HIZO EL ESTADO, una persona con utopías realizables, empeño, constructivamente, sin revoluciones, sólo con trabajo, pudo lograr mucho más.

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