17 dic 2008

Asumamos despiertos, activos y comprometidos

Por un blanqueo de ciudadanos
Mañana se define en el Senado la aprobación del proyecto de blanqueo de capitales, sin modificación ni restricción en el origen de los fondos. Significa que tocamos fondo. Si el Senado lo aprueba, una vez mas estaremos sonados. Sonados por no soñar con los ojos abiertos un país que sea Nación, cuando perdimos la noción de nuestra responsabilidad, aún sin ser culpables del saqueo ni de la destrucción de la República.

Sonados cuando no sonó el despertador que habíamos programado en 2001, cuando nos metieron en el corralito y nos sacaron del bolsillo, y gritábamos que se vayan todos. Parece que nos quedamos dormidos y se quedaron los mismos, y parece que pretenden que sea para siempre, mientras se llevan no solo lo de los bolsillos y lo ahorrado en los bancos, sino tierras, empresas, energía, juego, y la independencia de los poderes de la República.

Por todo ello es que necesitamos una moratoria de ciudadanos. Moratoria por los intereses de la deuda ética y cívica que debemos a la Nación por evadir responsabilidad y participación. Morados de vergüenza deberíamos estar por nuestra anomia, anestesia e indiferencia mientras ellos van por todo y nosotros vamos por nada.

No necesitamos repatriar capitales que no pueden justificar origen de cómo fueron logrados pero quieren destino seguro de impunidad, para malograr el fundamento que la ley es para cumplir y no evadir. Ley de la Nación que nosotros evadimos cuando quebramos el futuro al huir del lugar público, aniquilando la República al dejarla abandonada para que se blanquee que sólo uno puede disponer del poder absoluto, tomando como esclavos del imperio a quienes, dominados por la caja, hacen lo que les piden en lugar de sostener el juramento.

Juramento que los legisladores profanan en cada acto de botar lo sagrado del voto- que los ciudadanos confiaron que servirían al pacto representativo federal y republicano -cuando votan con obediencia debida lo que les ordena su jefe y no lo que les dicta su conciencia, pues no la tienen cada vez que traicionan el destino de toda una Nación.

Necesitamos volver a convocar del exilio al capital privado y hacerlo público por el blanqueo de ciudadanos que depositaron sus capacidades y mejores esfuerzos afuera de la República, afuera del bien común. Debemos dejar de pensar sólo en el propio bienestar que se basa en intereses y no en principios, cuando cada uno hace la suya pensando que uno se puede salvar llevándose para sí los beneficios de esta bendita tierra y, al mismo tiempo, abandonando el bien público para que otros hagan el País.

Tenemos que dejar de pensar sólo en la maldición de servirse de la política, el Estado y el poder para hacer propio lo que es de todos, profanando los tesoros del paraíso perdido y anulando la promesa de la tierra para que cada argentino tenga su pan.

Necesitamos un blanqueo de ciudadanos para sincerar nuestra hipocresía cívica, que nos quejamos de lo que hemos elegido y que no aprendemos a votar. La Argentina ciudadana requiere un millón de ciudadanos repatriados del exilio donde duermen como habitantes espectadores, para lograr un capital social y espiritual de masa critica de cambio de valores que sólo puede lograr una minoría transformadora, que esté en blanco y que sostenga con participación la ley.

Se requiere traernos de nuevo a esta tierra prometida en la que volvamos a inmigrar, aún sin movernos del lugar físico pero que inicie, con este blanqueo cívico, un largo viaje espiritual: el de invertir nuestro más preciado capital que son nuestros hijos para que no estén en negro, exiliados del proyecto en valores de la Nación. Nuestros hijos merecen ser mejores que nosotros, y sólo podrán serlo si damos la cara en un blanqueo de ciudadanos.

Debemos volver al país con participación cívica y acción política para resistir, aún sin tener en el frente asegurada una victoria. Tenemos que hacer frente con dignidad republicana y resistir cívicamente para poder, aún sin garantías de éxito, legarle al futuro que son ellos la esperanza, que no es espera de que lo haga alguien sino compromiso de hacerlo juntos y unidos en el bien común.

Nos duele el alma de ser argentinos que no supimos vivir tal como lo expresamos en nuestro himno patrio al entonar "coronados de gloria vivamos". Por eso hoy, más que nunca, asumamos despiertos, activos y comprometidos que doscientos años después estamos dispuestos a presentarnos al blanqueo de ciudadanos, y que, solemnemente, juramos con gloria morir.Por Sergio Bergman
Para lanacion.com Miércoles 17 de diciembre de 2008

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