El truco
Cuarenta naipes han desplazado a la vida.
Pintados talismanes de cartón
nos hacen olvidar nuestros destinos
y una creación risueña
va poblando el tiempo robado
con floridas travesuras
de una mitología casera.
En los lindes de la mesa
la vida de los otros se detiene.
Adentro hay un extraño país:
las aventuras del envido y quiero,
la autoridad del as de espadas,
como don Juan Manuel, omnipotente,
y el siete de oros tintineando esperanza.
Una lentitud cimarrona
va demorando las palabras
y como las alternativas del juego
se repiten y se repiten,
los jugadores de esta noche
copian antiguas bazas:
hecho que resucita un poco, muy poco,
a las generaciones de los mayores
que legaron al tiempo de Buenos Aires
los mismo versos y las mismas diabluras.
Jorge Luis Borges
Fervor de Buenos Aires (1923)
Como en el truco siempre hay una carta que puede salvar. Si el rival es fuerte será cuestión de "jugar callado", hacer "señas falsas" o "hacerlos entrar" pero jamás ir al juego de él.
Y fundamentalmente si ganan alguna jugada, obligarlos a mostrar las cartas...
12 may 2010
"El siete de oro tintineando esperanza"
Publicadas por Stella Maris Coniglio a la/s 12:06 a.m.
Etiquetas: El truco, Jorge Luis Borges
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