13 ago 2010

De qué vale hacerle Jaque Mate a la Muerte?



Era una noche oscura y fría. Daniel bebía un café sentado en su sillón favorito en la sala de estudio de su casa. Su Familia dormía, mientras él reflexionaba sobre muchas cosas. Tantas que perdió la noción del tiempo. Eran las 3 de la mañana, llevó su taza vacía al lavaplatos, y abrió el refrigerador para preparase algo de comer. Cuando cerró la puerta vio junto a él una figura muy conocida, pero nada apreciada.
La espectral imagen le arrebató el sueño en un instante, lo miró fijamente y le dijo con voz tenue: ¿Sabes a qué he venido?
Él asintió con la cabeza y dijo: Sí, lo sé, ya es mi hora.
Confundida, la Muerte preguntó a su víctima: ¿No vas a llorar? ¡Todos lo hacen! Se arrodillan, suplican, juran que serán mejores, ruegan por otra oportunidad; mientras que tú, aceptas mi llegada con resignación.
Temeroso aún y con un nudo en la garganta, Daniel respondió: ¿De qué serviría? Nunca me darás otra oportunidad, tú sólo haces tu trabajo.
-Tienes razón, sólo hago mi trabajo.
-¿Puedo despedirme de mi familia?, preguntó Daniel con la ligera esperanza de recibir un “sí”.
-Tú lo has dicho, hago mi trabajo, yo no decido la hora ni el lugar, mucho menos los detalles… lo siento Daniel.
Ambos salieron de la casa. Un extraño tren aguardaba en la calle y lo abordaron.
-No todo es aburrido en el estado de la muerte, no puedo decirte lo que pasará al llegar, pero te propongo que juguemos ajedrez “para matar el tiempo”.
Con una sonrisa y con una lágrima, Daniel dijo: ¡Qué curioso! creí que no tenías sentido del humor!.
El juego se inició. Daniel no se calmaba aunque comenzó ganando,consiguió un “alfil” y un “caballo”. Pero era obvio que eso no lo alegraba.
La Muerte le dijo: Hay algo que no entiendo…
-¿Qué es lo que no entiendes?
-¿Por qué ustedes teniendo tantas cosas buenas por hacer, se encierran en sus cosas, se olvidan de los sentimientos, no les importan los demás, se vuelven egoístas y violentos, pero cuando los visito, demuestran ternura, humildad, tristeza, miedo, e incluso lloran?.¿Por qué esperan a que llegue yo, si ya nada podrán hacer?
-No lo sé.
-Mientras yo soy un simple “peón”, haciendo lo que debo hacer y nada más, ustedes que son dueños de su propia vida, capaces de decidir qué harán con ella, su decisión más común es desperdiciarla o vivirla mal.
-Te creí más cruel – comentó Daniel.
-¡Nada es lo que parece!
El silencio reinó por unos instantes mientras Daniel ponía en “jaque” a la muerte.
-Dime... ¿qué pensabas cuando te casaste?
-Pensaba en ser feliz, en formar una linda familia, en formar parte de la sociedad.
-¿Y lo lograste?
-Es broma ¿verdad? Me encontraste solo en mi cocina durante la madrugada, y te pedí despedirme sólo de mi hija porque era la que me esperaba todos los días. Es obvio que no lo hice.
Ya las lágrimas se habían secado en el rostro de Daniel y de pronto exclamó suavemente ¡Jaque mate!
La Muerte sonrió y dijo: ¡Felicidades!
Daniel suspiró y respondió: Es una pena que no sirva de nada. No me importaba ganar, de todos modos ya estoy aquí…
Las lágrimas brotaron de nuevo en el rostro de Daniel quien se cubrió el rostro con sus manos.
Mientras el sollozaba, la muerte exclamó: ¡LLEGAMOS!
Daniel intentó calmarse, pero al abrir los ojos estaba de nuevo en su viejo sillón. Secó sus lágrimas. Eran las 6:45 de la mañana. Entró en la habitación de su hija y la abrazó, hizo lo mismo con su esposa. Entró al cuarto de su hijo, le hizo cosquillas en los pies y le dijo:
Hijo. Despierta ¡es domingo!.
¿Me despiertas para decirme que es domingo?
No hijo, los desperté para decirles que los amo.
Ya, viejo, ven, échate un rato a mi lado.
Y luego de años ambos se durmieron abrazados.
AUTOR ANONIMO

Es cierto. A la Muerte no se le gana, es la única que nos hace Jaque Mate. Irreversible. Si la viéramos todos los días, como un componente de la Vida, como su otra cara, disfrutaríamos más, cuidaríamos más nuestro entorno, buscaríamos la armonía y trataríamos de ser empecinadamente felices. Vale la pena intentarlo.

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