Mi homenaje a un grande: René Favaloro.
Todo hacía suponer que el futuro de René Favaloro estaba en el Hospital Policlínico, siguiendo los pasos de sus maestros. Casualmente, en 1949, apenas recibido, se produjo una vacante para médico auxiliar. Accedió al puesto en carácter interino y a los pocos meses lo llamaron para confirmarlo. Contestó que lo pensaría, pero en realidad sabía con claridad cuál iba a ser la respuesta por razones políticas porque según cuentan en la ficha a llenar debía firmar que estaba de acuerdo con el gobierno.
Por ese entonces llegó una carta de un tío de un pequeño pueblo de 3.500 habitantes en la zona desértica de La Pampa. Explicaba que el único médico que atendía la población, estaba enfermo. Le pedía a René que lo reemplazara aunque más no fuera por 2 o 3 meses. La decisión no fue fácil. Pero al final Favaloro llegó a la conclusión de que unos pocos meses transcurren rápidamente y que, mientras tanto, era posible que cambiara la situación política. Se queda más tiempo porque fallece su predecesor, en una región apartada, donde la mayoría se dedicaba a las tareas rurales. La vida de los pobladores era muy dura. Los caminos eran intransitables los días de lluvia; el calor, el viento y la arenisca eran insoportables en verano y el frío de las noches de invierno no perdonaba ni al cuerpo más resistente. Favaloro comenzó a interesarse por cada uno de sus pacientes, en los que procuraba ver su alma. De esa forma pudo llegar a conocer la causa profunda de sus padecimientos.
Durante los años que permaneció en Jacinto Aráuz crearon (junto a su hermano) un centro asistencial y elevaron el nivel social y educacional de la región. Sentían casi como una obligación el desafío de paliar la miseria que los rodeaba. Con la ayuda de los maestros, los representantes de las iglesias, los empleados de comercio y las comadronas, de a poco fueron logrando un cambio de actitud en la comunidad que permitió ir corrigiendo sus conductas. Así, lograron que casi desapareciera la mortalidad infantil de la zona, redujeron las infecciones en los partos y la desnutrición, organizaron un banco de sangre viviente con donantes que estaban disponibles cada vez que los necesitaban y realizaron charlas comunitarias en las que brindaban pautas para el cuidado de la salud.
El centro asistencial creció y cobró notoriedad en la zona. En alguna oportunidad Favaloro reflexionó sobre las razones de ese éxito. Sabía que habían procedido con honestidad y con la convicción de que el acto médico "debe estar rodeado de dignidad, igualdad, piedad cristiana, sacrificio, abnegación y renunciamiento" de acuerdo con la formación profesional y humanística que habían recibido en la Universidad Nacional de La Plata.
Su aporte profesional posterior no fue casual sino el resultado de conocimientos profundos de su especialidad, de horas y horas de investigación y de intensa labor. Favaloro decía que su contribución no era personal sino el resultado de un equipo de trabajo que tenía como primer objetivo el bienestar del paciente."
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Sus convicciones nos acompañan:Estoy convencido de que la única manera de rescatar y preservar a los hijos de la villa miseria es con escuelas hogares. ¿Qué podemos esperar de semejante promiscuidad que engendra el alcoholismo, el abuso sexual y el incesto, el robo, la riña y el asesinato? De ahí saldrán los resentidos sociales y el caldo de cultivo para doctrinas foráneas tan perjudiciales. (De "Recuerdos de un médico rural")
3 dic 2010
3 de diciembre: día del médico
Publicadas por Stella Maris Coniglio a la/s 12:01 a.m.
Etiquetas: 3 de diciembre día del médico, René Favaloro
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