Helen Keller, a pesar de sus discapacidades, muchos años después daría discursos acerca de su vida, e incluso escribiría libros sobre sus experiencias personales.
La vida nos demanda una cuota de dolor para poder llevar una vida digna. El equilibrio no es una imposición, es un placer que cada uno debe construir dentro de sí. No basta el gran amor de los padres sin los límites que les permita ver más allá de un mundo cerrado. Se pueden tener los ojos, los oídos, el habla y estar ciegos, sordos y mudos, por no ver, por no oir, por no decir lo que deba ser dicho.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario