19 oct 2012

Entre abuelos inmigrantes y nietos emigrantes

Hijos de un país habitado por recién llegados como los millones de inmigrantes que buscaron en estas tierras su paraíso perdido, quedamos en el medio entre el silencio de nuestros abuelos que como dice Rolando Hanglin  "prefirieron no explicar qué tal se estaba en la tercera clase del barco que los trajo de Europa, y mucho menos por qué se vinieron,corriendo un denso manto de olvido sobre lo que pasaba en su patria" y el trato con nuestros hijos que volvieron a tener que emigrar a raiz de los tres éxodos: el de los ´70 por enfrentamientos políticos,el de los ´80, debido a la hiper inflación, y el de 2001, causado por la crisis económica y social.

Y sigue diciendo Hanglin: Al cabo de estas vicisitudes, nos encontramos con nuestros nietos, que nos dejan completamente perplejos. Son de otro planeta. De otro milenio. No tienen nada que ver con el país de nuestra infancia. Son mutantes. Los abuelos -todavía jóvenes, no faltaría más- nos encontramos en el partido de tenis o en la cola del banco y contamos cosas asombrosas sobre nuestros nietos. Lo decimos a veces con orgullo, otras veces con vergüenza, siempre con asombro:
 "Mi nieto no sabe hablar en castellano, porque mi hijo se fue a vivir al Canadá francés, así que el pequeño Jean Pierre va al colegio en francés y tiene que aprender obligatoriamente inglés... ¿Para qué quiere más idiomas?".
 "Mi nieta quiere ser boxeadora".
"Recibí un mail de mi nieto, dice que se casa con una buena persona... no me aclara si es varón o mujer".
 "Mi nieto es hincha del Manchester United".
 "Mi nieta es negra, porque mi hija se radicó en Barcelona y allí se juntó con Ahmed, que es de Senegal".
 "Mi nieto se pone la ropa de su mamá, se disfraza de Madonna y baila por toda la casa".
 "Mi nieto me pidió una iguana para su cumpleaños".
 "Hice un asado para mis nietos, pero me dijeron que son ovo-lacto-vegetarianos".
 "Le regalé una pelota de fútbol, pero prefiere jugar con la Wii".
 "Mi nieta no come en la mesa, se alimenta en su cuarto mientras chatea, con caramelos y hamburguesas".
 "Mi nieto vive aquí, en la Argentina, pero habla de tú y de aparcar el carro o jalar de la puerta, como la tele".
 "Mi nieta cultiva una huerta orgánica en el balcón: tiene puerros y marihuana".
Sin darnos cuenta, hemos entrado en otro planeta.

 
Abuelos de ultramar, extraños para nosotros. Nietos de ultramar, tan extraños como nuestros abuelos. Y en el medio, queda nuestra generación viendo qué se puede hacer con el país que nos legaron y no sabemos qué podemos hacer con él.


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