Una vieja leyenda peruana nos habla de una ciudad donde todos eran felices. Todos hacían lo que deseaban y se entendían bien, menos el Prefecto. Éste vivía infeliz porque no conseguía gobernar nada. La prisión estaba vacía, el tribunal nunca era usado, y el escribano no daba ningún lucro, porque la palabra valía más que el papel.
“Falta autoridad aquí”, pensaba el Prefecto. E intentaba de todas las maneras, hacer que la gente obedeciera las leyes absurdas creadas por el Gobierno Central. Nadie le "daba bola" (así dice Coelho).
Hasta que el Prefecto tuvo una idea. Mandó buscar trabajadores de otro lado, que cerraran el centro de la plaza principal de la ciudad con un tabique y comenzaran a construir algo. Durante una semana, se oyeron golpes de martillos,sierras cortando madera, las voces de mando de los capataces.
Con toda solemnidad, los tabiques fueron retirados, y apareció...una HORCA. Novinha em folha dice Coelho, a estrenar, con la cuerda balanceando al viento, y los herrajes de alpaca bien lustrada.
A partir de aquel momento, todo el mundo que pasaba por la plaza veía la horca. La gente se volvió triste, sin tener la certeza de que estaba actuando bien. Comenzaron a preguntarse qué estaba haciendo aquella horca allí y , con miedo, empezaron a ir a la justicia a resolver cualquier cosa que antes eran resueltas de común acuerdo. Empezaron a ir al escribano a registrar documentos que antes era sustituidos por la palabra. Y pasaron a escuchar al Prefecto en todo, con miedo de transgredir la ley.
La leyenda termina diciendo que la horca nunca fue usada. Pero bastó su presencia para cambiar todo.
Paulo Coelho
http://g1.globo.com/platb/paulocoelho/2014/02/09/da-forca-5/
Con mi humilde trabajo de traductora...
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