- ¿Lengua? ¿Este es el plato más delicioso? El esclavo, sin levantar la cabeza, respondió:
- La lengua es el plato más delicioso, si señor. Es con la lengua que usted pide agua, hace amistades, conoce personas, distribuye sus bienes, perdona, se comunica, canta, cuenta historias, guarda la memoria del pasado, dice "yo te amo".
El mercader, no muy convencido, quiso testear la sabiduría de su esclavo y lo envió nuevamente al mercado, ordenándole que trajera el peor de los alimentos. Volvió el esclavo con un lindo plato, cubierto por fino tejido, que el mercader retiró, ansioso, para conocer el alimento más repugnante.
- Lengua, otra vez! dijo el mercader, espantado.
-Si, lengua, dijo el esclavo, ahora más altivo. Es la lengua que condena, separa, provoca intrigas y celos. Es con ella que usted blasfema y manda para el infierno. La lengua expulsa, aisla, engaña, ofende . Es con ella que usted pronuncia la sentencia de muerte.
El uso que cada uno hace de su lengua puede comportar goces y en otros casos perjuicios. Lo importante es no ser usados por la lengua, es decir, no ser aquellos sujetos que están dominados, dirigidos por los dichos de otros, por lo que otras “lenguas” dicen, siendo cómplice de la hipocresía.
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