14 ene 2015
La felicidad es una ideología que crea niños frágiles.
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Teniendo en claro que no queremos hijos infelices y
que lo contrario de la felicidad no es la infelicidad, es la realidad, el
filósofo Gregorio Luri, navarro él, un buen
conocedor del mundo educativo, y autor de “Mejor educados”, opina que es mucho
más sensato enseñar a nuestros hijos a superar las frustraciones inevitables,
que hacerles creer en la posibilidad de un mundo sin frustraciones.
«Lo primero que hay que hacer es amar a la vida, no a
la felicidad. Y no se puede amar a las dos al mismo tiempo. Porque la felicidad
solo se puede conseguir jibarizando (achicándole la cabeza) a la vida
(idiotizando).
«La vida es muy compleja, llena de incertidumbres, y con un
sometimiento terrible al azar.
Otra cosa es que
pueda haber momentos de gran alegría en la infancia.
Luri destaca como más atractivas la valentía y el coraje de afirmar la vida.
Tenga usted
un hijo feliz (para eso debe desconocer la realidad) y tendrá un adulto esclavo, o de sus deseos irrealizados o de sus
frustraciones, o de alguien que le va a mandar en el futuro.
Querer a la vida a pesar de que
ésta es injusta, tacaña, austera. No querer a la vida porque encontramos la
forma de diluirnos todos en un acaramelamiento .Como seres humanos nuestro deber no es ser felices, es
desarrollar nuestras capacidades más altas. Y la felicidad es una ideología que
milita contra esto. ¿Por qué? Por la simpleza de nuestros teóricos, que nos
llevan a una felicidad en cursivas. Procure que sus hijos no sean infelices, y
después enséñeles la realidad, a sobrellevar sus frustraciones, a sobrellevar
un no.
Estamos creando niños muy frágiles y caprichosos, sin resistencia a la
frustración, y además convencidos de que alguien tiene que garantizarles la
felicidad. Y si alguien no se la garantiza, se encuentran ante una desgracia
metafísica. Porque cuando nuestros hijos salgan al mercado, la sociedad no les
va a medir por su grado de felicidad, sino por aquello que sepan hacer, que es
exactamente lo que se le pide a las personas con las que nos relacionamos.
Luri es partidario de reformular los derechos de los niños.
El primero de todos sería que los hijos tienen derecho a tener unos padres
tranquilos, que no estén continuamente preocupados, pendientes de qué tienen
que hacer en el momento en que se encuentran sus hijos. Segundo, que tienen
derecho a tener unos padres imperfectos. Porque así tienen relación con seres
humanos. Y agrega: voy a decir algo que me parece esencial:
"ser adulto, o hacerse adulto,
es aprender a querer a los que te rodean a pesar de que estén llenos de faltas".
La clave de todo esto de la felicidad es una ideología muy extraña que
considera que la vida es un conjunto de problemas, cuya respuesta nos la puede
dar no sé qué sabiduría, y en el momento en que tengamos respuesta a esa
sabiduría seremos felices. Eso es un cuento chino.
http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20150112/abci-educacion-felicidad-gregorioluri-201412231135.html
Comparto lo que dice, no sé Uds. Se los dejo a consideración. Buen provecho!!.
Publicadas por Stella Maris Coniglio a la/s 12:00 a.m.
Etiquetas: educación, Gregorio Luri
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