5 feb 2015
El que osa opacar la grandeza del tirano
Esta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El
escultor paseaba con el tirano por los jardines del palacio. Más allá del
laberinto para los extranjeros ilustres,..., el escultor presentó su última
obra: una fuente (una náyade). Mientras abundaba en explicaciones técnicas y
disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso
rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. "¿Cómo
un ser tan ínfimo" -sin duda estaba pensando el tirano- "es capaz de
lo que yo, pastor de pueblos, soy incapaz?"
Entonces un pájaro, que bebía
en la fuente, huyó alborozado por el aire y el escultor discurrió la idea que
lo salvaría. "Por humildes que sean" -dijo indicando al pájaro-
"hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros".
Ya publicado pero vale la pena releerlo.
Publicadas por Stella Maris Coniglio a la/s 12:00 a.m.
Etiquetas: cuento corto, envidia
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