Washington Irving en sus“Cuentos de la Alhambra” describe “La Casa del Gallo de viento” que se encontraba en la cima de la alta colina
del Albaicín, la parte más elevada de Granada, enfrente mismo de la Alhambra,
llamada así por una figura de bronce en una de sus
torrecillas, que representaba un guerrero a caballo y que giraba a todos los
vientos (como con cualquier pequeño movimiento del aire el caballo gira, los moriscos le dicen Dic-roh, que quiere
decir gallo de viento, porque el gallo gira su cabeza de esa manera). Esta veleta fue considerada por los musulmanes de
Granada como un talismán.
Irving cita diferentes fuentes e interpretaciones: para unos
esta efigie era un aviso perpetuo para
los musulmanes del Andalus, puesto que, rodeados de enemigos, su seguridad
dependía de estar siempre alertas y dispuestos al combate. Para otros la
veleta se interpretaba como continua advertencia de la inestabilidad del poder
musulmán. Otra versión: el jinete, aunque un cuerpo sólido, gira a todos
los vientos. Esto, para el sabio, revela un misterio. En poco tiempo sobrevendría una calamidad que destruiría al palacio y a su dueño.
En efecto, no había transcurrido mucho tiempo de esta
polémica en torno a la veleta portentosa y ocurrió lo siguiente, según cuenta Irving:
Cuando el viejo Muley Abul Hassan, rey de Granada, estaba en cierta ocasión
sentado bajo el suntuoso dosel, pasando revista a las tropas desfilaban en su
presencia con sus armaduras de bruñido acero y sus vistosos uniformes de seda,
montadas en veloces corceles y provistas de espadas, lanzas y escudos repujados
de oro y plata (es decir, con todo su poderío), estalló de repente una tempestad que se había precipitado desde
el Sudoeste. Rápidamente se oscurecieron los cielos con negras nubes que
descargaron un diluvio de agua. Los torrentes bajaban rugiendo desde las
montañas, arrastrando rocas y árboles; el río Darro desbordó sus orillas; los
molinos fueron arrasados, destruidos los puentes y desolados los jardines; la
inundación llegó a la ciudad, socavando las casas, ahogando a sus moradores y
anegando, incluso, la plaza de la Gran Mezquita. La gente, aterrada, se dirigió
a las mezquitas, implorando el perdón de Alá, interpretando esta conmoción de
los elementos como presagio de espantosas calamidades. Efectivamente, según
el historiador árabe Al Makkari, fue aquello señal y preludio de la espantosa
guerra que concluyó con la caída del reino musulmán de Granada.
Después de 500 años...Leeeenta la veleta, pero segura. 500 años!!!!, esta noche tendré pesadillas.
Fuente de la ilustración
La ilustración la extraje de la tapa de un libro porque en general se encuentran veletas con gallos e Irving habla de un guerrero a caballo.
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