21 jun 2016

Ignorancia?. Cuál?


Un hombre que se consideraba a sí mismo un gran sabio y erudito, se hallaba de viaje por tierras que nunca había visitado. Era un hombre muy pensante, pues creía que a eso debían dedicarse los hombres como él, a pensar en cosas muy profundas que sólo los muy sabios y eruditos como él eran capaces de entender.
Buscando un lugar adecuado para dedicarse a pensar hasta que le saliera humo de la cabeza, llegó a un bosque desolado. Acomodó sus cosas en el pasto y se recostó contra el tronco de un árbol, allí se quedó dormido hasta que un campesino lo despertó.
- Bueno día téngase usté, señó.
- Querrá decir “Buenos díasss tenga usted, señorrr” – corrigió – .
El campesino lo miró y haciendo un gran esfuerzo por pronunciar cada palabra, repitió:
- Buenos díasss tenga usted, señorrr.
- Buenos días – respondió el sabio y, dando por terminada la conversación, volvió a cerrar los ojos.
Pero el campesino insistió:
- No esss de muy por aquí usted, nocierto, señorrr?
El sabio, bastante molesto contestó:
- Primero: nadie es de muy por aquí, ni de muy por allá. En tal caso, la pregunta sería si vivo por aquí. Y no, no vivo por aquí, aunque esto no es de su incumbencia. Y segundo, no se dice “nocierto”, se dice “no es cierto” – y volvió a cerrar los ojos.
- No será de mi cunvencia, pero no creo de que le convenga quedarse solo. Anda mucha bestia suelta por aquí – respondió el campesino.
El sabio bufó fastidiado.
- ¡No se dice “creo de que”, sino “creo que”! ¡Y no necesito consejos de un ignorante que no sabe hablar correctamente!
- Inorante soy, sí, señorrr,en asuntos de palabras, y veo que eso le molesta mucho.
- ¡¿quién le enseñó a hablar?!
- Naides – respondió el joven- soy automático.
El hombre se llevó las manos a la cabeza y casi se arrancó un mechón de los cabellos por la desesperación.
- ¡Autodidacta querrá decir, autodidacta!
- Yo quería ayudar – respondió tímidamente el campesino -, disculpe si lo oportuné. Como usté es forrajero, creí de que le vendría bien alguien que le diga ande hay peligro, y ande no.
- ¡Usted no me oportuna, me importuna, y mucho! ¡He venido hasta aquí buscando apartarme de la ignorancia humana que usted tan representa! ¡Porque un sabio como yo necesita la soledad para adentrarse en el conocimiento supremo del ser y la razón de su existencia! ¡De modo que le agradecería me deje ya usted en paz, pues las cataratas de barbaries que brotan de su boca perturban mi preclara mente!
Y, dicho esto, el hombre se alejó a grandes trancos, dejando al campesino bastante aturdido, porque lo único que había entendido de todo el discurso era que debía cerrar la boca.
Y nada dijo mientras lo veía caminar a paso vivo, ni tampoco cuando el hombre desapareció repentinamente, como si la tierra lo hubiera tragado.
- Debí avisarle que se me andaba directo al pozo, pero de seguro se me iba a salir otra barbariedad de la boca y le iba a entubar su cara mente. Lástima de que no le haiga falta ayuda. De seguro un hombre tan lustrado y sabiduroso podrá salir solo del pozo, sin que un innorante como yo lo ande disturbando. Y, dando media vuelta, volvió a su casa.


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