15 ago 2016
Cada defecto tiene una virtud que le hace contrapeso.
Había una vez una escuela en medio de las montañas. Los
chicos que iban a aquel lugar a estudiar, llegaban a caballo, en burro, en mula
y en patas. Como suele suceder en estas escuelitas perdidas, el lugar tenía una
sola maestra¬ una solita, que amasaba el pan, trabajaba una quintita, hacía
sonar la campana y también hacía la limpieza.
Me olvidaba: la maestra de aquella escuela se llamaba
Virtudes Choique. Era una morocha más linda que el 25 de Mayo. Y me olvidaba de
otra cosa: Virtudes Choique ordeñaba cuatro cabras, y encima era una maestra
llena de inventos, cuentos y expediciones. (Como ven, hay maestras y maestras).
Ësta del cuento, vivía en la escuela. Al final de la hilera de bancos, tenía un
catre y una cocinita. Allí vivía, cantaba con la guitarra, y allí sabía golpear
la caja y el bombo.
Y ahora viene la parte de los chicos. Los chicos no se
perdían un solo día de clase. Principalmente, porque la señorita Virtudes tenía
tiempo para ellos. Además, sabía hacer mimos, y de vez en cuando jugaba al
fútbol con ellos. En último lugar estaba el mate cocido de leche de cabra, que
Virtudes servía cada mañana.
La cuestión es que un día Apolinario Sosa volvió al rancho y
dijo a sus padres: ¡Miren, miren ... ! ¡Miren lo que me ha puesto la maestra en
el cuaderno! El padre y la madre miraron, y vieron una letras coloradas. Como
no sabían leer, pidieron al hijo que les dijera entonces Apolinario leyó:
"Señores padres: les informo que su hijo Apolinario es el mejor
alumno". Los padres de Apolinario abrazaron al hijo, porque si la maestra
había escrito aquello, ellos se sentían bendecidos por Dios.
Sin embargo, al día siguiente, otra chica llevó a su casa
algo parecido. Esta chica se llamaba Juanita Chuspas, y voló con su mula al
rancho para mostrar lo que había escrito la maestra: "Señores padres: les
informo que su hija Juanita es la mejor alumna".
Y acá no iba a terminar la cosa. Al otro día Melchorcito
Guare llegó a su rancho chillando como loco de alegría: ¡Mire mamita,...!
¡Mire, Tata...! La maestra me ha puesto una felicitación de color colorado,
acá. Vean: "Señores padres: les informo que su hijo Melchor es el mejor
alumno".
Así a los cincuenta y seis alumnos de la escuela llevaron a
sus ranchos una nota que aseguraba: "Su hijo es el mejor alumno".
Y así hubiera quedado todo, si el hijo del boticario no
hubiera llevado su felicitación. Porque, les cuento: el boticario, don
Pantaleón Minoguye, apenas se enteró de que su hijo era el mejor alumno, dijo:
Vamos a hacer una fiesta. ¡Mi hijo es el mejor de toda la región! Sí. Hay que
hacer un asado con baile. El hijo de Pantaleón Minoguye ha honrado a su padre,
y por eso lo voy a celebrar como Dios manda.
El boticario escribió una carta a la señorita Virtudes. La
carta decía: "Mi estimadísima, distinguidísima y hermosísima maestra:El
sábado que viene voy a dar un asado en honor de mi hijo. Usted es la primera
invitada. Le pido que avise a los demás alumnos, para que vengan al asado con
sus padres. Muchas gracias. Beso sus pies, Pantaleón Minoguye; boticario".
Imagínese el revuelo que se armó. Ese día cada chico voló a
su casa para avisar del convite. Y como sucede siempre entre la gente sencilla,
nadie faltó a la fiesta. Bien sabe el pobre cuánto valor tiene reunirse,
festejar, reírse un rato, cantar, saludarse, brindar y comer un asadito de
cordero. Por eso, ese sábado todo el mundo bajó hasta la casa del boticario,
que estaba de lo más adornada. Ya estaba el asador, la pava con el mate, varias
fuentes con pastelitos, y tres mesas puestas una al lado de la otra. En seguida
se armó la fiesta.Mientras la señorita Virtudes Choique cantaba una baguala, el
mate iba de mano en mano, y la carne del cordero se iba dorando.
Por fin, don Pantaleón, el boticario, dio unas palmadas y
pidió silencio. Todos prestaron atención. Seguramente iba a comunicar una
noticia importante, ya que el convite era un festejo.
Don Pantaleón tomó un banquito, lo puso en medio del patio y
se subió. Después hizo ejem, ejem, y sacando un papelito leyó el siguiente
discurso: "Señoras, señores, vecinos, niños. ¡Queridos convidados! Los he
reunido a comer el asado aquí presente, para festejar una noticia que me
llenade orgullo. Mi hijo mi muchachito, acaba de ser nombrado por la maestra,
doña Virtudes Choique, el mejor alumno. Así es. Nada más, ni nada menos...
El hijo del boticario se acercó al padre, y le dio un vaso
con vino. Entonces el boticario levantó el vaso, y continuó:, Por eso, señoras
y señores, los invito a levantar el vaso y brindar por este hijo que ha honrado
a su padre, a su apellido, y a su país. He dicho ".
Contra lo esperado, nadie levantó el vaso. Nadie aplaudió.
Nadie dijo ni mu. Al revés. Padres y madres empezaron a mirarse unos a otros,
bastante serios.
El primero en protestar fue el papá de Apolinario Sosa: Yo
no brindo nada. Acá el único mejor es mi chico, el Apolinario.
Ahí nomás se adelantó colorado de rabia el padre de Juanita
Chuspas, para retrucar: ¡Qué están diciendo, pues! Acá la única mejorcita de
todos es la Juana, mi muchachita.
Pero ya empezaban los gritos de los demás, porque cada cual
desmentía al otro diciendo que no, que el mejor alumno era su hijo. Y que se
dejaran de andar diciendo mentiras. A punto de que don Sixto Pillén agarrara de
las trenzas a doña Dominga Llanos, y todo se fuera para el lado del demonio,
cuando pudo oírse la voz firme de la señorita Virtudes Choique. ¡Párense... !
¡Cuidado con lo que están por hacer ... ! ¡Esto es una fiesta!. La gente bajó
las manos y se quedó quieta.Todos miraban fiero a la maestra. Por fin, uno
dijo:
Maestra: usted ha dicho mentira. Usted ha dicho a todos lo
mismo.
Entonces sucedió algo notable. Virtudes Choique empezó a
reírse loca de contenta. Por fin, dijo: Bueno. Ya veo que ni acá puedo dejar de
enseñar. Escuchen bien, y abran las orejas. Pero abran también el corazón.
Porque si no entienden, adiós fiesta. Yo seré la primera en marcharme.
Todos fueron tomando asiento.Entonces la señorita habló así:
Yo no he mentido. He dicho verdad. Verdad que pocos ven, y
por eso no creen. Voy a darles ejemplo de que digo verdad:"Cuando digo que
Melchor Guare es el mejor no miento. Melchorcito no sabrá las tablas de
multiplicar, pero es el mejor arquero de la escuela, cuando jugamos al
fútbol..."Cuando digo que Juanita Chuspas es la mejor no miento. Porque si
bien anda floja en Historia, es la más cariñosa de todas..."Y cuando digo
que Apolinario Sosa es mi mejor alumno tampoco miento. Y Dios es testigo que
aunque es desprolijo, es el más dispuesto para ayudar en lo que
sea..."Tampoco miento cuando digo que aquel es el mejor en matemáticas...
pero me callo si no es servicial."Y aquél otro, es el más prolijo.Pero me
callo si le cuesta prestar algún útil a sus compañeros."Y aquélla otra es
peleadora, pero escribe unas poesías preciosas."Y aquél, que es poco hábil
jugando a la pelota, es mi mejor alumno en dibujo."Y aquélla es mi peor
alumna en ortografía, ¡pero es la mejor de todos a la hora de trabajo
manual!"¿Debo seguir explicando? ¿Acaso no entendieron? Soy la maestra y
debo construir el mundo con estos chicos. Pues entonces, ¿con qué
levantaré la patria? ¿Con lo mejor o con lo peor?
Todos habían ido bajando la mirada. Los padres estaban más
bien serios. Los hijos sonreían contentos.Poco a poco cada cual fue buscando a
su chico. Y lo miró con ojos nuevos. Porque siempre habían visto principalmente
los defectos, y ahora empezaban a sospechar que cada defecto tiene una virtud
que le hace contrapeso. Y que es cuestión de subrayar, estimular y premiar lo
mejor. Porque con eso se construye mejor.Cuenta la historia que el boticario
rompió el largo silencio. Dijo: ¡A comer ... ! ¡La carne ya está a punto, y el
festejo hay que multiplicarlo por cincuenta y seis ... !
Comieron más felices que nunca. Brindaron. Jugaron a la
taba. Al truco. A la escoba de quince. Y bailaron hasta las cuatro de la tarde.
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Autor: Carlos J. Durán
Publicadas por Stella Maris Coniglio a la/s 12:00 a.m.
Etiquetas: Virtudes Choique
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