Corría el año 1998 y estando en Río de Janeiro sentados en la mesa de un bar, se nos arrimó un brasilero y nos felicitó por ser argentinos. Porque nosotros habíamos tenido la suerte de tener a Sarmiento que igualó al país desde el norte al sur. No recuerdo cuáles fueron sus otras palabras. Pero escuchando a Alfredo Leuco en su editorial del viernes, noté, resumido en pocas palabras, lo que aquel carioca nos quiso expresar:
"Sembró
escuelas como soles a lo largo de la Patria. Su dimensión de Estadista lo llevó
a fundar 800 escuelas en un país que según el primer censo que el propio
Sarmiento ordenó, 7 de cada 10 argentinos eran analfabetos. En 1871 la
población de nuestro país era de 1.836.000 personas entre los que se encontraba
194 ingenieros y 1047 curanderos, por ejemplo.
En ese país
de la injusticia y la oscuridad, Sarmiento fue el motor de la educación como
igualador social.
Eso no se lo vamos a terminar de agradecer nunca. Fue el
mejor combatiente contra la ignorancia y eso solo lo coloca como uno de los
principales impulsores de la democracia y de los derechos de los más pobres.
Decretó la ley de enseñanza primaria obligatoria. ¿Se imaginan la aceleración
del progreso que eso significó? Cuando asumió había 30 mil y cuando dejó la
presidencia ya eran 100 mil los chicos que concurrían a la escuela. Es que eran
leyes revolucionarias. Cambiaban la estructura de la sociedad y la hacían más
justa y realmente progresista."
Qué vamos a rescatar de una persona para enseñar a nuestro niños?- Sus defectos?, los tuvo. Pero si destacamos lo bueno que hizo en el nacimiento de la Patria, aquello que es para imitar, los mitos serán otros. Aquello por lo que ser reconocido.
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