Así crecieron las prostitutas "patentadas", se registraron unas 62 hacia 1900, 150 hacia 1906 y hacia 1910, 587 mujeres y 11 varones aparecían clasificados en los Censos Municipales en el rubro prostitución.
Las normativas regulaban las características y requisitos que debía reunir tanto una mujer para ser inscripta como prostituta o regente, como una casa para ser considerada de tolerancia.
Cuando una mujer se inscribía en el registro público para ejercer la prostitución, debía entregar tres fotografías iguales, una, quedaba para la Asistencia Pública, otra, se fijaba en la libreta que toda prostituta debía portar y la tercera, se remitía a la policía. Las prostitutas tenían obligación de someterse a un examen médico completo dos veces por semana, previo pago del estampillado que fijaba la ordenanza.
Regían también prohibiciones específicas para las prostitutas como, por ejemplo, exhibirse en puertas o balcones que daban a la calle o llamar a los transeúntes que circulaban por la vía pública. Tampoco podían abandonar, bajo pretexto alguno la casa de tolerancia en la que estaban inscriptas sin dar cuenta previamente a la Asistencia Pública de su nuevo domicilio.
La eliminación del nombre de una mujer del registro de prostitución sólo se daba cuando mediaban algunas de estas circunstancias: en caso de muerte, matrimonio -si abandonaba el oficio- o también si se entregaba a una profesión u ocupación honesta, aunque para ello debía contar con la garantía de "personas honorables".
Sin duda, las duras condiciones exigidas por la legislación imperante, ayudaban a promover el clandestinismo que las mismas reglamentaciones apostaban -según decían- a combatir.
Este tipo de medidas preventivas pretendían proteger la salud de la población, evitando la propagación de las enfermedades venéreas. Y, evidenciaban, por un lado, el papel protagónico y de vigía constante que jugaba la Asistencia Pública dentro del esquema reglamentarista, y, por otro, que sólo las prostitutas eran visualizadas como responsables de la difusión de dichas enfermedades, puesto que únicamente sobre ellas se focalizaba la atención y la política de control.
Las distintas investigaciones encaradas en Rosario desde hace 30 años sobre el barrio Pichincha no pudieron eludir la condición prostibularia que el mismo detentó sobre todo desde 1915 en adelante, hasta la promulgación de la ordenanza Nº7 de1932, que determinó el cierre de los quilombos, como se los conoció y denominó popularmente. No era para menos si se piensa que en el reducido radio que constituía el corazón del barrio aledaño a la estación de trenes Rosario Norte se sucedían, una serie de este tipo de establecimientos, de distintas características y tarifas, con varios nombres de reminiscencias francesas como Madame Safó, Moulin Rouge, Petit Trianón, Chantecler, Chavannes y otros como El Elegante, Venecia, Italia, España, Mina de Oro, Royal, Marconi, El Gato Negro, Torino, Internacional, Victoria, Sevilla, junto a los “clandestinos”, que carecían de nomenclatura pero no de clientela.
Sexo Bajo Control, María Luisa Múgica
Si quieren saber sobre toda Pichincha pueden ver este video que no lo puedo traer porque no está en Youtube:
Barrio Pichincha, el arcón de los recuerdos.
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