Una vez los catalogué en función de la cara que tenían en las escenificaciones de algunos discursos:
-los aficionados a caretear: aplauden hasta cuando los están condenando a muerte.
Tenía una mezcla de sentimientos: me daba vergüenza ajena verlos tan arrastrados, sin dignidad.
Serán los intereses. Se prostituyen. Pero evidentemente los argentinos son fácilmente manejables por el miedo. Resabios quizás de haber sido criados en él. Abochornarlos, humillarlos.
Ojalá se llegue al hueso del asunto y no caiga en saco roto. Rompieron el pacto de silencio.
En principio parece ser que prefieren ir presos, cantar, a volver a ser aplaudidores (sic), No pueden ser tan arrastrados y ambiciosos para sostener sus industrias. No pueden...
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