24 abr 2019

Proliferan los hombres corchos... y las mujeres también...


Roberto Arlt, el Nostradamus argentino, los describía así:

El hombre corcho, el hombre que nunca se hunde, sean cuales sean los acontecimientos turbios en que está mezclado, es el tipo más interesante de la fauna de los pilletes.
Y quizá también el más inteligente y
el más peligroso. Porque yo no conozco sujeto más peligroso que ese individuo, que, cuando viene a hablaros de su asunto, os dice:
-
Yo salí absuelto de culpa y cargo de ese proceso con la constancia de que ni mi buen nombre ni mi honor quedaban afectados.
Bueno, cuando malandra de ésta o de cualquier otra categoría os diga que “su buen nombre y honor no quedan afectados por el proceso”, pónganse las manos en los bolsillos y abran bien los ojos, porque si no les ha de pesar más tarde.
(...)
La bondad de este hombre siempre queda sintetizada en estas palabras:
“El proceso no afectó ni mi buen nombre ni mi honor”.
Allí está su bondad, su honor y su honradez. El proceso no “los afectó”. Casi, casi podríamos decir que si es bueno, su bondad es de carácter jurídico. Eso mismo.
Un excelente individuo, jurídicamente hablando.¿Y qué más se le puede pedir a un sinvergüenza de esta calaña?
Lo que ocurrió es que flotó, flotó como el maldito corcho. Allí donde otro pobre diablo se habría hundido para siempre en la cárcel, en el deshonor y la ignominia, el ciudadano Corcho encontró la triquiñuela de la ley, la escapatoria del código, la falta de un procedimiento que anulaba todo lo actuado, la prescripción por negligencia de los curiales, de las aves negras, de los oficiales de justicia y de toda la corte de cuervos lustrosos y temibles. El caso es que se salvó. Se salvó “sin que el proceso afectara su buen nombre ni su honor”.
Ahora sería interesante establecer si un proceso puede afectar lo que un hombre no tiene.
(...)
Y tanto va y viene, y da vueltas, y trama combinaciones, que al fin de cuentas el hombre Corcho los ha embarullado a todos, y no hay Cristo que se entienda. Y el ganancioso, el único ganancioso, es él. Todos los demás ¡van muertos!
Fenómeno singular, caerá, como el gato, siempre de pie. Si es en un asunto criminal, se libra con la condicional; si en un asunto civil, no paga ni el sellado; si en un asunto particular, entonces, ¡qué Dios os libre!
Tremendo, astuto y cauteloso, el hombre Corcho no da paso ni puntada en falso.
(...) Y siempre así, falso, amable y terrible, prospera en los bajíos donde se hubiera ido a pique, o encallado, más de una preclara inteligencia.
¿Talento o instinto? ¡Quién lo va a saber!
(un fragmento de la Aguafuerte por razones de espacio)
PD cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Lástima que no predijo los hombres panqueques, que si los hay,  esos que se dan vuelta con tanta facilidad (aunque a veces queden pegados), O los que tienen cara de buenos y son unos chantas, como le dice Darín a Gastón Paul en Nueve Reinas, vos tenés algo que no se puede comprar: cara de bueno y era un chorro de cuarta..


Una perlita para este cuento de Roberto Arlt: 

en sus tiempos se hablaba del hombre corcho,  Las hazañas profesionales de Angelo Faticoni (así se llamaba) incluyen ser cosido a un saco y arrojado a un río unido a una bala de cañón de 20 libras. Un periodista en ese momento informó que Faticoni pronto sacó la cabeza del saco y "permaneció inmóvil en esa posición durante horas" 
Fuente

 New York Herald Tribune, August 13, 1931, p.8 c.1

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