"Utopía -definió- es algo que no se sabe dónde está, ni cuándo, ni cómo se llegará a ella. La utopía es como la línea del horizonte: sabemos que, aunque la busquemos, nunca llegaremos a ella, porque siempre se va alejando conforme se da cada paso; siempre está fuera, no de la mirada, pero sí de nuestro alcance."
(En nuestro margen se podrá leer la declaración de Utopía de Eduardo Galeano, linda diferencia)
El primer recuerdo de Saramago se remontó a mediados de los 90, cuando fue convocado a Oviedo, España, como parte de un grupo de escritores, filósofos y sociólogos, con el fin de elaborar 10 propuestas para el nuevo milenio. Fue en esa parte de la charla en la que Saramago se declaró contrario a las utopías, y contó que, a diferencia de sus colegas, decidió en aquella ocasión enfocar sus propuestas "para el día del mañana". Entre otras mencionó acabar con el hambre, "porque es algo que se puede", y regresar a la filosofía.
Regresar a la filosofía, precisó, no significa hacer una humanidad de filósofos, sino recuperar el cultivo del pensar, de la reflexión, del criterio crítico, del análisis objetivo, luego de que "nuestra condición humana está siendo reducida a una especie de máquina parlante que con el uso empeora cada vez más y se reduce a tópicos, a lugares menos que comunes, a un empobrecimiento del lenguaje".
Para él, el ser humano recurre a la utopía por una especie de frustración: la imposibilidad de situar en un tiempo y un lugar determinados algo que necesita o le gustaría que sucediera ahora.
"Si alguna palabra retiraría yo del diccionario sería utopía, porque no ayuda a pensar, porque es una especie de invitación a la pereza. La única utopía a la que podemos llegar es al día del mañana", enfatizó.
"Dejemos la línea del horizonte, dejemos la utopía, no se sabe dónde está, ni cómo, ni para cuándo; el día de mañana es el resultado de lo que hayamos hecho hoy. Es mucho más modesto, mucho más práctico y, sobre todo, mucho más útil."
Tras expresar que tampoco le agrada mucho la palabra esperanza, por ser una especie de sinónimo de utopía, José Saramago asumió que no creer en la utopía es poco redituable e incluso negativo para quienes, como en su caso, se asumen y declaran de izquierda, "porque el concepto de utopía va unido al concepto de izquierda; si no se tiene una utopía uno no es de izquierda". No obstante, subrayó que resulta "absolutamente todo lo contrario", ya que, para fines políticos, se debe saber que uno está y puede trabajar sólo en la realidad.
EN EL GOBIERNO DE MACRI SE TERMINÓ DE DEMOSTRAR QUE NO SE TERMINA CON EL HAMBRE DANDO PLANES, DANDO DINERO, HACIENDO COMEDORES, MANTENIENDO GENTE SIN TRABAJAR. Es la conclusión de una utopía argentina que continuó.
SE LES DEBE DAR SEMILLAS, GALLINAS, CONEJOS, PARA QUE FABRIQUEN SUS ALIMENTOS. ESTO ES CONCRETO Y TENGO EJEMPLOS COMO EL DE CAÑUELAS. SI LES INTERESA LES DIGO CÓMO.
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