Qué rara sensación recibí ayer caminando las calles de mi ciudad!!!. Mirando a cualquier lado se veían personas caminando con barbijos...No sabías si eran enfermos o sanos.... Su andar no es rápido. Es silencioso. Se habla bajo. No hay sonrisas, porque no se ven. Como si estuviéramos en los patios del nosocomio, a los que a veces nos dejan salir, a veces no. Nos dicen: ahora salgan, ahora entren, es hora de comer, ahora apagamos la luz, todos a dormir. Como esas novelas de Agatha Christie con gente misteriosa que anda como autómatas, sin destino. Pareciera que estamos libres pero a cierta hora nos recogen y nos encierran. No sabía si era el calor extremo que soportábamos o esa sensación de encierro aún estando en la calle, me producía esa opresión intolerante, ese desconcierto, esa falta de destino. Sin saber si estás internado como enfermo por un virus o dentro de un gran loquero. Suelto o internado. Rodeado de muertes. Todos los días en un machacar, como en un hospital, se habla de enfermos, de muertos, de cuántos son, si son menos, si son más. Si sos el próximo. Qué cuidate!!! amenazante. Podés ser vos!! No salgas de tu casa. No salgas de tu habitación. No estamos rodeados de afectos, aléjate, estamos rodeados de muertos, uno, dos, mil. Mil allá, cero acá. Pero ahora más muertos. Qué espanto!! Pero no salgas...
Cuando tengo esos sentimientos busco las formas de salir y mi imaginación me llevó a Hombre mirando al sudeste, esa película en la que el personaje viene a investigar: el arma más desconcertante: la estupidez humana:
"¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo? ¿Y por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas?".
Huyamos de la locura!!!. Hablemos de la vida, del porvenir, del amor, de la alegría...
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