Sus caras no dan muestras de ninguna preocupación como la que teníamos los que ni siquiera podíamos abrazar a nuestros hijos, a nuestros nietos. Estábamos prisioneros.
No es sólo impunidad. No podían ser suicidas y exponerse a contagiarse.
No es sólo transgresión. La foto tiene un grado de normalidad que interroga: ¿Cuál era el objetivo de nuestro encierro?.
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