A la hora de la siesta no podías salir porque te mojaban. Jugaban grandes y chicos a los baldazos limpios. El tema era conseguir una canilla cerca para volver a llenar el receptáculo. Si tenía mejor porque permitía el impulso. Y como pueden ver ni siquiera importaba si ya estaba mojada la persona destinataria del chapuzón. Te resbalabas o podías salir con un corte en la cara por el impacto del mismo balde, que solía ser de metal.
Después surgieron los globitos que se llenaban de agua y ya no necesitabas ni el balde ni la cercanía, podías mandarlo de vereda a vereda y pegaba fuerte, dolía, dependiendo de cómo estuviera inflado. Iban en auto o camioneta con un fuentón lleno de globos y les tiraban a quien vieran
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