El 19 de agosto, el Banco Central mandó a Londres un cargamento de casi 1.500 lingotes de oro, valorados en aproximadamente 250 millones de dólares. Este envío se sumó a los despachos realizados en junio y julio de 2024, lo que despertó interrogantes sobre la transparencia y el propósito detrás de estas operaciones.
El ministro de Economía, Luis Caputo, defendió la medida, calificándola como «una movida muy positiva del Central», argumentando que estos envíos permiten obtener un retorno económico que no se lograría si el oro permaneciera en las arcas del regulador financiero. Caputo anticipó que este tipo de operaciones no serían casos aislados, sino parte de una estrategia continua.
Sin embargo, no todos compartieron esta visión. Sergio Palazzo, diputado nacional y Secretario General de La Bancaria, exigió explicaciones al Gobierno y al Banco Central sobre la salida de camiones de caudales de la empresa Lumil que, según afirmó, transportaron el oro desde la bóveda del BCRA hacia el aeropuerto de Ezeiza. Desde allí, los lingotes habrían sido embarcados en aviones de British Airways con destino presuntamente al Banco Central de Inglaterra.
La falta de claridad en torno a la finalidad de estos envíos ha generado preocupación.
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